25 de febrero de 2013

Here.



Litros de alcohol. Aparecieron borrachos. Los cuerpos unidos por el sudor. El calor corporal envolvía el frío del ambiente. El termómetro marcaba tres grados bajo cero. Un nudo en la garganta despertó al mayor. Necesitaba tragar. Generar saliva. Le salvaba. Una luz le hizo levantar la cabeza. El sol deslumbraba con fuerza. Tirados en el césped. Brillaba. El hielo de la hierba calaba hasta los huesos. Se giró y la vio allí callada, sintiendo la brisa en la cara. Sin inmutarse. Estaba feliz. Dormida pero feliz. Las muecas de la cara lo desvelaban. Las horas anteriores al sueño han servido de algo, pensaba el muchacho. En ese momento solo pensaba en detener el tiempo. Quería poder quedarse allí con ella por siempre. Que nada le hiciera despegarse de ella. Como si de siameses se tratase. Había esperado demasiado tiempo. Ahora quería aprovecharlo. De una única forma. Con ella. Que le diera la luz. La oscuridad. El hambre. El sueño...
Se despertó ella. Su primera imagen fueron los ojos de él. Esos ojos redondos color miel penetrando en ella. Se miraron y se dieron la vida. Fundidos en un abrazo comenzaron a recordar la noche anterior. El olor a alcohol de quemar. El olor a tabaco. Y el olor de sus perfumes se fundían creando un ambiente inexplicable para ellos. Las colillas amontonadas al lado. Lo siguiente fue levantarse. Se miraron y decidieron qué hacer. Querían ver algo distinto.  Pero entre carcajadas volvieron a mirarse. Ulteriormente se movieron dos metros más a la izquierda. Habían conseguido ver otra cosa. Habían conseguido su propósito.  En ese momento su perspectiva era distinta. Pero los sentimientos seguían siendo los mismos. Después de esto, ella le metió la cabeza debajo del jersey. Él la cogió en brazos. Ella le hizo cosquillas. Él le cantó su canción preferida al oído. Al girar. Al girar volvió a suceder. Se besaron.
Y así pudieron estar horas.
Pero como todo lo bueno siempre termina tuvieron que abandonar su nido.
Volaron cada uno a su lugar. Pero siempre. Siempre que puedan volverán a hacer lo mismo. Solo les da igual una cosa. No era una despedida. A él se le notaba el miedo en los ojos. El miedo a perderla. Ambos temblaban. El preguntaba. Ella Le contestaba entre miles de escalofríos.
+ ¿Dónde?
- “Nos da igual donde“
+ ¿Cómo?
- “Igual que hoy, pero mejor que mañana“
+ ¿Qué?
- “Nos querremos”
+ ¿Quién?
- “Tú  y yo“
+ ¿Cuando?
- “Siempre que podamos“

Recuerda:
Siempre que podáis tú y él os querréis. No importa donde, eso sí, os querréis  igual que hoy pero siempre mejor que mañana.

1 comentario:

  1. Si no quieres nada, si no tienes nada. No sé si son tus palabras, o esa forma en la que me cuentas como una noche de sexo puede convertirse en la sonrisa de dos personas toda una vida. Es melodimático, que no es lo mismo que melodramático, impresionante. Algún día te contaré su significado. Tuteando. Será tu pelo rizado. No has explicado la forma en la que se besan. Cada uno puede tener un gusto, cada uno una forma. Deseos de probar. No te he pedido permiso para entrar. ¿Puedo? Siempre que sigas escribiendo cosas como estas tendrás un fan. No quiero agobiarte. Eternamente impagable. Eternizable. Tus palabras me vienen al pelo, mejor que un jarro de agua fría. Intento demasiado. No quiero plasmar mis sentimientos a diario porque no me entenderías. Todas y cada una. Las entradas son parte de mi día a día. Llevas un par de días sin escribir. ¿A qué esperas? Estoy esperando como agua de Jarra de Birra fresca.
    Me despido. Ah no. Quieres decirle de una vez a esa persona que muchas cosas de aquí debe leer. Qué piensas en él a diario. O en ella... espero no desilusionarme. Desilusionarte. Me pierdo en la nada, en el recuerdo.
    Soy tu anónimo.
    ¿Seré tu favorito?

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