Hay veces que lo único que podemos hacer es obligarnos a no
seguir creyendo en esas cosas que nos hacen felices. Los factores que producen
la felicidad pueden llegar a crear dependencia, y a veces más fuerte que la
mismísima heroína. Así que una de dos: Pasas el mono, o sigues enganchada
rogando cada día a ese “factor” que nunca se vaya de tú lado. Porque en el
momento que desaparezca, estás perdida.
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