7 de marzo de 2013

No.




Me has llamado princesa a la puerta del Edén. No he podido evitar y me he mirado en el espejo. He visto que era mentira y he suspirado. Suspiros de felicidad. Mientes, me haces daño y luego te arrepientes. Pongamos distancia y alcohol, no quiero saber nada más. A veces el límite no llega. Pero otras veces se hace demasiado evidente. Las evidencias hacen que sea tarde. Pero nunca es tarde si la dicha es buena. He esperado hasta hoy y la feria, el circo ha ido cambiando mis deseos. Mi suerte y mis sentidos se han visto afectados. No le coges cuando llama. Pero no se da cuenta de que no le quieres. No quiere ver que la vida, ésta vez, se escapa entre los dedos. Tienes que aprovechar y no tener que estar pendiente. El milímetro, el segundo se miden. Pero otras cosas no se pueden ver cuánto duran. La felicidad de una persona es algo perpetuo, algo que debe permanecer. Suena bien decirlo. Pero mejor cuando se cumple. Si ves que no formas parte de su vida que se vaya. Si es la otra persona la que no se da cuenta ¡ECHALÉ! No queremos cosas que hagan perdernos. El mar da paz, y tú nerviosismo. Me agobia la velocidad, los chillidos y la irrealidad. El que espera, desespera. Me alegro. La desesperación en ciertos casos provoca diversos sentimientos. Consigues hacerme sonreír. Veo tu desesperación y cubro mi rostro con miles de lágrimas. Lágrimas de felicidad. Nunca deseo el mal a nadie. Hoy no será la excepción. Tengo fuerza y libertad. Soy un imán que no necesita el polo opuesto. Quiero claridad. No me gusta la oscuridad, sino es para ver lo que con palabras no puedo expresar. Pero hace tanto que no siento eso, que apenas me acuerdo a que olía. Por fin me cambia la suerte. El otro lado de la moneda. Dice un gran hombre algo que me apropio "no te quiero tanto, los días de domingo...". Ahora ya me quiero más. Algo, suficiente. En seco, en mojado... Pero despierto y veo que no te necesito. He conseguido mi propósito importante. Ese que siempre planteábamos. Ahora es real. Me vas a ver. Me ves en menos de 24 horas. ¿Sabes ya que decirme? No tienes que volver a recordar. No me cuentes como fueron los polvos. No me cuentes que te ha cegado la otra persona. “Tengo más amigos”. Sigue pensando únicamente en tu soldado. Él, te puede hacer feliz. Le paso el testigo. Es su turno. ¿O el tuyo? Me la pela. Pero búscate las castañas del fuego. No era complicado antes de saberlo. ¿Por qué iba a serlo ahora? Siempre has sido uno, más medio de otro. Apáñate con uno sin medio de nadie. No eres capaz. Lo sé, y eso es lo que más feliz me hace. Cuando haces daño te gusta, pero odias que nadie te lo haga. Tú disfrutas. Yo también. Se ha girado la pelota. La mierda cae sobre tu cara. Al igual que ese vídeo que me enseñaste. Lo descubrimos juntos. Esto lo he descubierto YO solita. Ahora tienes la palabra. Otra cosa es que te escuche. Digas lo que digas; hagas lo que hagas, nada me va a hacer cambiar de opinión. Ya no jurarás. No a mí al menos. Las vidas nuevas no se prometen, se alcanzan. Con o sin ayuda debe ser tu fin en esta vida. Haré puzzles de diez mil piezas, sola, beberé birra en un vaso no compartido, veré películas sin comentarios, con subtítulos para no oír tú voz. Cántale al viento. Grítale. Nadie te va a escuchar. Llegas demasiado tarde. Borracho, colocado, sigue midiendo los milímetros de tu entrepierna. Sabré aceptar que tu madurez disminuye por días. Demasiado fácil. Si también disminuyese otra cosa, volvería a sonreír. Esta vez delante de tu puta cara. Jode correr en dirección opuesta a la que quieres. Pero jode más que quien "quieres" corra en la misma dirección y te adelante. Como un coche a 200 km por hora. Sin detenerse, pero diciendo adiós. Con recochineo. Qué bien me voy a sentir al verte la cara de idiota que tienes. La cara que serviría para trabajar dentro de una carpa de rayas blancas y rojas. Sé que prefieres en una blanca y morada, pero lo siento, ahora eres sufridor. Espero que sigas sin saber lo que esa palabra de cuatro letras significa. Me alegro de no haberte enseñado nada. No quiero haber participado de ti. No quiero dejarte la huella. Siempre sería buena, y no lo mereces. De tu mala educación. De tu nula personalidad. Agresividad. 
Vendrás llorando, riendo o escupiendo; pero nada logrará tocar la manzana que tengo dentro del pecho. Eso que tú nunca quisiste ver. Que nunca pudiste abrir. Podré ser capaz de meter la cabeza debajo del jersey de otra persona. De cantarle una canción a otro al oído. De ponerle los pelos de punta… A otro del que sienta. Te quise a morir. No sé si puedes decir lo mismo de mí. Espero que sigas sin saberlo. Pero verás que bien me ves. Verás que alegría más tonta cuando veas la cara empapada por cantar bajo la lluvia de mano de otro. Ya verás que bien cuando asome el arcoíris en mi vida, donde no estás tú. 
Derrochamos lo que podemos, alegramos a quien queremos.
Buenas noches. 

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