15 de marzo de 2013

Mayoría.


Pensando. Arrebatándole segundos de otra cosa a mi cabeza. Me dio por mirar más allá. Muchas veces me doy cuenta de que hay gente sola. Realmente otros no sabemos que se siente. Nos gustan nuestros momentos de soledad. Hay cosas que preferimos hacer solos. Pero si queremos compañía también la tenemos. Hay momentos. Cada cosa a su debido tiempo. Pero hay otros que no. Otros no tienen capacidad de elección. “Querer es poder”, pero en este caso no. Quieren pero no pueden. Me he preguntado constantemente. ¿Cómo hacen ellos las cosas de más de uno? Todos discutimos. Pero solo no se puede discutir. ¿Qué pasaría si nos tenemos que subir a una escalera y no podemos sujetarla a la vez? Nos caeríamos. No podríamos hacer nada bien. Nada para lo que una persona sola no sirva. Y he de reconocer que son muchas cosas. Cuando doblo las sábanas necesito una persona al otro extremo. Hasta para cosas tan sencillas. Nadie que te prepare un día el desayuno. Llegar a casa de un intenso día y no tener la cena en la mesa. No poder ver la tele y comentarla con alguien. Son cosas sencillas. Pero sencillas para aquellos que estamos acostumbrados a hacerlo en compañía. Somos afortunados. Intentamos ver los problemas que tenemos a cada segundo. Ver la mala suerte que tenemos en esto y en lo otro. Pero realmente no nos paramos a ver las cosas buenas que tenemos. El factor llamado suerte. Dicen que no saben si existen pero realmente ¿existe? No contestéis. Solo quiero que reflexionéis. Muchos estaréis pensando que esto es un tópico. Sí. Sí. Y seguramente sí. Pero ¿cuántas veces os habéis parado a pensar en ello?
Dejar de ver en todo algo malo. Dejar de pensar en los problemas que tenéis. Siempre digo que sonreír es un pilar fundamental en esta vida. Un objetivo que todos debemos perseguir. Así que mirando lo bueno. Olvidando lo malo. Pensando que realmente somos “suertudos”.
Otras cosas en pareja nos pesan. Otras no salen mal. Las parejas también se rompen. A veces la compañía nos sobra. Pero otras no podríamos vivir sin los demás.
Dejemos de tener pánico, de perder el control de nuestras vidas. Intentemos llegar a un lugar mejor. A otro mundo. Nuestro. Donde solos y con gente seamos felices. A partir de ahora pensemos que todos los días son los mejores. Y que el siguiente será mejor. Más importante. Aprendamos a volar solos, pero con los brazos abiertos para recibir a aquellos que quieran compartir sus vidas con nosotros.

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