16 de marzo de 2013





Hoy me he dado cuenta del significado de la palabra “necesidad“. Eran las 7:00 cuando comenzaba mi despertador a taladrarme los oídos. Las sábanas estaban hiperpegadas a mis huesos. No era capaz ni de levantar el párpado. Las lentillas echaban humo y mis ojos lloraban de dolor. La luz entraba suavemente por la rendija de la persiana. Finalmente cedí y me levanté. Estaba despierta y dormida a la vez. Raramente. Pero sé qué fue lo que me hizo saltar en ese instante de la cama. Pensé en ellos. En los pequeños. Cuya felicidad depende de mí asistencia. Y demás. El otro día hablaba de la felicidad. Ayer de la suerte. Ambos factores tienen cabida hoy. Soy suertuda por poder pertenecer a este grupo de gente que da todo por la felicidad de esos niños. No tienen nada. Les damos todo. Nosotros estamos acostumbrados a ver la luz. A crecer paseando. Al parque, columpios y patitos. Ellos NO. Viven entre rejas. Con las personas que le dieron la vida. Pero nada más. Cumplen una condena injusta. No es su pecado. Es el de su superior. Tienen necesidad de crecer fuera de eso. Necesidad de libertad. Y gracias a esta Asociación pueden disfrutar de los días de lluvia. El conductor da mil vueltas a una rotonda. Una fuente. Ellos alucinan. No soplan velas. Salen. Disfrutan. Llegan muertos y quieren gritar. Les dais vida. Me siento orgullosa de pertenecer a este conjunto de personas. Buenas personas. Nada ganan. Nada material. Pero millones de recompensas que no se pueden pagar. Ni todo el oro del mundo puede igualar la felicidad de 25 personas. Mi corazón se dispara cuando uno de ellos me dice “mama“. Le respondes que no que “mamá“  no está aquí. Y te dice de nuevo “mamá“  y te abraza. Piensa que eres parte de su ser. No se confunden. Pero ese momento... Ese momento consigue llenar mi cabeza de pensamientos. Mis ojos de lágrimas. Y mi cara de sonrisas. Cada dos por tres algo nuevo. Alguno te sorprende. Lloran. Ríen... Pero sus caritas inocentes, sus sonrisas débiles... Son tantas cosas que no puedo describir. Espero seguir mucho más tiempo con ellos. Están empezando a ser parte de mí. Sobre todo ellos dos. Los dos peques. Mis dos niños. Sería capaz de llevármelos conmigo si sé que dentro de un año perderán lo poco que tienen. Esto es injusticia. Esto es denunciable. Y no que uno te haya insultado en tv. Pensad lo que queráis. Seguiré agotando minutos con ellos. Seguiré aprendiendo de ellos. Dejándome contagiar... No os imagináis lo que es que una nena de apenas 2 años te diga que no te vayas. Que te quedes. Que te va a echar de menos.
Millones de gracias.

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